Vistas de página en total

viernes, 25 de noviembre de 2016

Angel

Dime ángel,
porque me acompañas;
porque sigues siendo mi sombra,
porque no me abandonas;
dímelo,
cuando estemos a solas;
cuando piense,
que nadie me escucha,
y cuando nos despida la aurora.

Sé que sigues aquí,
aunque juegues a esconderte;
no te puedo ver,
pero sé que estas presente;
sigues siendo tan fiel,
como en aquel tiempo,
en el que pude conocerte;
sabes que me dolió dejarte,
sabes,
que lloré perderte.

Por eso,
no te fuiste,
ni te irás;
por eso,
en cada momento,
se que aquí estás;
fuiste mi mayor apoyo,
lo que me produce paz;
no sé si llega a ser obsesión,
pero aún siento,
que te puedo tocar.

Fuimos uno,
entre mis palabras;
me evitaste accidentes,
cuando me aconsejabas;
dijiste esas frases tan duras,
que hicieron que madurara;
me tendiste tu mano,
cuando más lo necesitaba;
por eso y por mucho más,
me costó decirte adiós,
y te dije:
“hasta pronto, mi ángel de la guarda”
porque todo lo que soy,
sin ti,
no me sirve de nada;
me enseñaste a vivir,
me proporcionaste tu calma;
esa que en tu ausencia,
evitó que desfalleciera;
esa que en silencio,
al llamarte,
hace que te sienta.

Sigo esperando,
a despertarme de esta pesadilla;
a abrir de nuevo los ojos,
para verte,
y que me vuelvas a susurrar:
“mi niña”.
Notar un abrazo tuyo,
que me vuelva a dar esa calor;
volver a llorar contigo,
o reírnos a carcajadas,
mientras cantamos nuestra canción;
Duerme conmigo, mi ángel,
hasta que brille el sol;
yo me despediré de ti,
en este sueño,
donde te regalo mi corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario