Hice ese viaje,
buscando nuevas
experiencias;
sabía que encontraría
algo,
que me llevaría en mi
maleta.
Al llegar a mi destino,
sentí el aroma,
de un aire distinto;
la olor de la sal,
en esa playa,
que a día de hoy
visito.
Entonces,
todo surgió derrepente,
cuando decidí pasear;
le vi y fue como un
flechazo,
no nos parábamos de
mirar,
nuestras miradas se
buscaban,
sin poderlo evitar.
Poco a poco,
nos fuimos acercando,
cada vez más;
el deseo era demasiado
evidente,
la atracción,
nos atraía por igual.
Conseguimos una cita a
solas,
donde tomamos,
algunas copas de más;
nos dijimos unas cuantas
indirectas,
Y yo,
te quería probar.
Quise jugar,
y puse las cartas sobre
la mesa,
para averiguar,
lo que podía alcanzar;
nos reímos tontamente,
pero al final,
nos dejamos llevar.
Nos saboreamos sin
medida,
saciamos,
nuestra necesidad;
no imaginábamos
consecuencias,
porque estábamos en
libertad.
Piel con piel,
nos fundimos,
hasta lograrnos
evaporar;
nos gustó demasiado
eso,
y quedábamos,
para volverlo a retomar.
Dábamos paseos por la
costa,
con abrazos
interminables;
tuvimos noches
apasionadas,
y amaneceres
inolvidables.
No hicimos promesas,
porque decidimos pensar
en presente;
no sabíamos si nos
volveríamos a ver,
ya que la vuelta era
inminente.
Me empeñé en evitar
ilusionarme,
pero sucedió;
cuando vi la tristeza de
tu mirada,
comprendí que era un
“adiós”.
Quisimos hacer de ello,
tan solo,
un amor de verano;
pero algo quedó
pendiente,
algo se quedó
inacabado.
No supe ver las señales,
para poder reaccionar;
al final,
se acercó septiembre,
y te dejé marchar.
Por miedo a perder,
te perdí;
por miedo a sentir,
te dejé ir;
y me arrepentí,
pero ya no te lo pude
decir.
Me gustaría que
supieras,
que cada año,
vuelvo a este mismo
lugar;
con la esperanza de
verte,
y volvernos a
reencontrar;
pero no has vuelto,
y nada es igual.
Solo seremos,
esas dos huellas en la
playa,
que el otoño logró
borrar;
dos fantasmas de un
pasado,
que en mi mente,
se logran manifestar;
esos dos amantes,
que se quisieron amar.