Me observaba,
y sus ojos,
poco a poco se
iluminaban;
no le dije nada,
con una sonrisa,
todo lo reflejaba.
Sabía como continuar,
apostando con mis
cartas;
con cada uno de mis
gestos,
entre mis redes lo
atrapaba.
Y así sucedió,
me ofreció su corazón,
expuesto en una bandeja;
hizo caso omiso a su
valor,
para que entre mis
manos,
aún latiera.
Jugué a la ruleta rusa,
con sus propios
sentimientos;
para que solo con un
tiro,
le derribara en mil
pedazos.
Pero no pude continuar,
porque lentamente,
me estuve enamorando;
destroce dos corazones,
en un mismo asalto.
Por eso quiero delatarme,
porque deseo pagar mi
condena;
acepté ser la ladrona,
ignorando lo que esa
persona,
por mí sintiera;
destroce su confianza,
y le humillé,
sin que él lo
mereciera;
ahora no puedo
rectificar,
aunque fuera,
lo que más quisiera.
Mi precio,
se deshizo entre mis
manos,
cuando vi caer sus
lagrimas;
me dolieron por dentro,
me sentí igual de
victima;
pues no solo lo he
perdido,
sino que viviré,
sin volver a ver su
sonrisa;
recibiendo su desprecio,
por ser una caprichosa,
y una completa egoísta;
no me lo perdonará,
ni siquiera yo misma.
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