Cometí el error,
que el mundo comete,
día a día;
y es pensar en mañana,
en una fecha,
o en una cita;
creyendo que continuaré
aquí,
y que seguiré con vida.
Y aquí estoy,
al borde de este
precipicio;
pidiendo otra
oportunidad,
como si yo,
jamás lo hubiera
tenido;
pensando,
en todo lo que me quedo
por hacer,
e ignorando,
que aún vivo un
presente;
en que puedo dar otro
paso,
que revivir cada
instante.
Algo que se aprende,
de cada catástrofe,
guerra,
enfermedad,
o accidente;
es que pueden llegar,
en cualquier momento,
sin avisar previamente;
que descuadrará la
rutina,
restablecida en nuestras
mentes;
que lo que se hizo,
es lo que quedará,
y lo que se hará
permanente.
Entonces,
es cuando se deja de
prometer,
y se construyen
acciones;
cuidas tu entorno,
y te lanzas a las
ocasiones;
y te dices,
que es ahora;
que es hoy esa
oportunidad,
de realizar lo que te
apasiona;
de ser el camino,
de un bello paisaje,
que se comienza a
trazar;
en un lienzo blanco,
o en un mismo mural;
de ser el héroe de un
niño,
o una simple sonrisa en
su mirar;
de formar parte,
de un cálido beso,
que logre enamorar.
Ser esas palabras,
que se esconden,
por el miedo a fracasar;
ser como el aire,
o un ave de paso,
que se cruza al pasar.
Lo importante,
es saber vivir,
asimilar donde estás;
porque un día vives,
y en otro,
te logras evaporar;
pero puedes quedarte ,
en un recuerdo,
que ayude a otro
avanzar.
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